Apolo Cacho, un diálogo invisible entre su inconsciente y el espectador.
En el estudio psicoanalítico de Carl Jung, el hombre moderno se ha vuelto antihistórico y solitario, se ha alejado de las ideas tradicionales, de su lado oscuro, de su alma, dejando en el olvido su naturaleza mística, experimentando las fuerzas del mal ignorando que tienen origen en sí mismo. Su obra fue una constante búsqueda del sentido de lo espiritual, enlazando los signos y símbolos contenidos en los mitos, las leyendas y las religiones, adentrándose en las más complejas problemáticas del individuo y la sociedad. Para Jung, el arte tiene la capacidad de hacer visible las imágenes arquetípicas del inconsciente colectivo en las que la época toma conciencia de sí misma y muestran el camino para la curación.
Apolo Cacho experimenta progresivamente en su obra con esa fuerza sombría, como mensajera de la virtud creadora que vive en su psique. En una representación idealizada de la naturaleza y de nosotros mismos, busca perfeccionar nuestra especie, luchando contra el individualismo, la burguesía y los convencionalismos oficiales de el “hombre moderno”. En esta inmensa polifonía que es Apolo, desciende al inconsciente y emerge para expresar la estimulación espiritual de la humanidad a través de su capacidad para representar una fascinante e inspiradora realidad superior, un diálogo invisible entre su inconsciente y el espectador.
Su obra hace un llamado al mundo a recuperar su historia colectiva e individual, a reconocernos como seres místicos y espirituales. Una invitación a aceptar y vivir las fuerzas que nos habitan, mas allá del bien y del mal.